LO MARAVILLOSO DE SER ÚNICO
En el mundo hay cerca de siete mil millones de personas. Pero nadie como tú.
Posiblemente
habrá alguien que se parece a ti en la estructura del cuerpo, el modo de caminar, el tono
de la voz, la forma de reír, el color de los ojos. Sin duda que te habrán dicho algunas
veces: “Te confundí con...”, “te pareces mucho a...”. Pero tú eres distinto a todos los
demás. Eres único e irrepetible. Tú eres tú. Tuyos son tus sueños y tus miedos, los
sentimientos que estremecen tu corazón, sus latidos más íntimos, la risa que llena tus ojos y
salta como un torrente de tu pecho. Los seres humanos no somos hechos en serie, ni
somos copia de nadie. Como único e irrepetible, no eres ni superior ni inferior a nadie.
Eres tú. Tienes que atreverte a ser tú. Es tuya tu historia, con sus momentos de alegría y de
dolor, con sus miserias y sus maravillas, con sus triunfos y sus derrotas. Y es tuyo tu
presente y tu futuro. Nadie va a decidir por ti, nadie debe vivir tu vida por ti. Tú serás lo
que decidas ser. Tú eres ahora el padre o la madre del hombre o la mujer que serás mañana.
En tus manos está la posibilidad de vivir la vida de un modo superficial, hueco, e incluso
destructivo, o de vivirla de un modo profundo, abriendo surco, dejando huella. Puedes
vivir ahogando la vida, asfixiándola, haciendo sufrir a otros, o vivir defendiendo la vida,
dando felicidad, alimentando corazones. Puedes vivir suscitando cariño o amor, o vivir
suscitando miedo, odio. Puedes contribuir a que el mundo sea mejor o puedes empeorarlo.
De ti depende lo que dicen y lo que dirán de ti, cómo vas a ser recordado. Tú puedes ser
ese amigo, vecino, hijo, padre que desearías tener o haber tenido.
EL JOVEN POBRE Y EL ANCIANO SABIO
Había un joven que continuamente se quejaba de lo muy pobre que era y le reclamaba a
Dios por qué no había sido generoso con él y no le había dado riquezas como a otros. Un
anciano, molesto ya de tu continuo lloriqueo, le dijo un día:
-Deja ya de lamentarte y reconoce de una vez lo muy rico que eres.
-¿Rico yo? ¡Qué estupideces está usted diciendo, si no tengo ni siquiera dónde caerme
muerto! Vea mi ropa vieja y gastada...
El anciano le agarró de un brazo y le dijo:
-¿Te dejarías cortar los brazos por diez millones?
-¡Por supuesto que no! –respondió el joven-. ¿Para qué quiero diez millones si no voy a
poder comer solo, trabajar, jugar pelota, abrazar a mi novia?
-¿Y te dejarías cortar las piernas por cincuenta millones?
-No, no, ni hablar...¿Para qué quiero cincuenta millones si no voy a poder caminar, bailar,
pasear, salir de excursión?
-¿Y dejarías que te sacaran los ojos por cien millones?
-¡Ni loco! ¿Para qué quiero cien millones si no voy a poder ver el amanecer, ni el rostro de
mi madre, mi novia y mis amigos, ni las flores, ni la televisión, ni nada?
-Entonces, reconoce de una vez lo muy rico que eres y deja ya de quejarte.
Imagínate por unos pocos segundos paralítico, sin brazos o sin pies, y disfruta luego de la
enorme riqueza de tenerlos. Cierra por un momento los ojos, y piensa lo terrible que sería
si te quedaras de repente ciego. Ábrelos y déjate atrapar por el asombro del color y de la
luz. Tápate bien los oídos y trata de imaginar tu vida hundido en un silencio total, sin
poder escuchar nunca tus canciones o música preferidas, el canto de los pájaros, las
voces y risas de las personas que más quieres. Disfruta después del bullicio a tu alrededor
hecho de voces, gritos, ruidos.
muy buena reflexión nos deja, ya que todas las personas somos diferentes.
ResponderEliminarExente reflexión
ResponderEliminarNos hace darnos cuenta de lo muy único que somos y de lo valioso que somos aunque no tengamos todo el dinero del mundo
Muchas gracias meda gusto que les haya interesado el tema y que la reflexión les haya motivado.
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